Industria automotriz: de cada auto 0 km que se exporta, el 13% son impuestos

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esde hace décadas, en la Argentina hay un problema estructural que es la falta de competitividad por diversos motivos, lo que hace que los bienes que se producen internamente sean más caros que en otros mercados.

Ante la falta de dólares y la necesidad de incrementar las exportaciones, es un buen momento para analizar lo que sucede en la industria automotriz; un sector que, por su peso y su grado de globalización, puede servir de ayuda para mejorar la balanza comercial o, como lo es hoy, una fuente más de agravamiento de la escasez de divisas.

Uno de los motivos principales de esa falta de competitividad es la alta presión impositiva de la economía. Un vehículo que se vende en el mercado interno tiene, en promedio, un 54% de impuestos sobre el valor final, lo que genera que los 0 km sean caros para el consumo interno.

El problema es que buena parte de esa voracidad fiscal queda escondida en el precio de un vehículo cuando se vende al exterior. Se estima que por cada unidad que sale del país, alrededor del 13% de su valor son impuestos; esto sin incluir las retenciones que hoy representan casi el 4% del valor de un 0 km, lo que hace que la carga fiscal se acerque al 20%.

Si bien parte de ello se recupera a través de reembolsos –se calcula que esa devolución es de alrededor del 7%–, el reintegro suele demorar bastante, lo que hace que, en una economía inflacionaria como la nuestra, no sea equivalente al valor de cuando se abonó.

Por otra parte, la Organización Mundial del Comercio (OMC) tampoco valida todos los impuestos como posibles de ser reintegrados. En el balance final, después de todos estos cálculos engorrosos, el sobrecosto que tiene un 0 km argentino exportado es del orden del 13%. En un mundo competitivo, esa carga es demasiado pesada para sacar a los vehículos “made in Argentina” fuera de cualquier mercado.

A esto se suma que la mayor presión tributaria en el precio de un auto nacional está en la cadena de producción, llegando al 63% desde el momento en que se inicia el proceso hasta que sale de la planta. El otro 37% se aplica en la etapa de comercialización. En Brasil, la carga fiscal en la cadena productiva es del 39%, mientras que en México es del 0%. Es por eso que fabricar un 0 km en la Argentina es un 25% y un 65% más caro que en Brasil y México, respectivamente. Con esta relación, las fábricas locales –salvo excepciones– están limitadas a venderles autos a Brasil por el régimen automotor común, que establece un sistema de intercambio compensado.

El Gobierno decidió días atrás disminuir los derechos de exportación que se aplican en el sector automotor. En principio, la medida puede parecer significativa, pero el detalle de la norma muestra que solo es para exportaciones incrementales fuera del Mercosur. Con lo explicado anteriormente, la incidencia que tendrá esta iniciativa será escasa, ya que el desfase impositivo de la Argentina, en comparación con la de los otros dos países con terminales automotrices de la región, es tan grande que las posibilidades de aumentar sus ventas fuera de Brasil son limitadas.

Una medida efectiva sería la de replantear el esquema tributario de todo el sector para que un 0 km nacional que se exporte no esté castigado con ese 13% de sobrecosto. De otra manera, postular la necesidad de aumentar las exportaciones, sin tomar medidas para llegar a ese objetivo, quedará como una mera expresión de deseos.