Para crecer económicamente, la Argentina debe utilizar su potencial natural y humano en busca de que las industrias dormidas despierten. Para Luis Tamborini, productor agropecuario, el caballo es una de ellas. Y es que, en el mundo, el equino es utilizado en diversos ámbitos: defensa, trabajo, seguridad, deporte, entre otros.
Objetivamente hablando, nuestro país, por su situación geográfica y climática, así como por la condición de sus suelos y la disponibilidad de agua, debe ser considerado uno de los mejores del mundo para la cría equina. Sin embargo, a esta actividad demandante de mucha mano de obra especializada y no especializada, que colaboraría a evitar la desocupación y la pobreza, no se la considera: su función en el PBI es poco significativa.
En este sentido, Tamborini mencionó varias razones por las cuales esta práctica no florece en la Argentina. “El ministerio que corresponde a esta industria no la fomenta ni señala que, dadas las condiciones del país, esta producción podría ser un excelente elemento de intercambio por el bajo precio que debería obtenerse. Por otro lado, las reglamentaciones sanitarias para su exportación las dictaminan los países europeos que son nuestros competidores, posteriormente adoptadas por los países compradores. Además, las asociaciones están dispersas y sufren la falta de conducción y apoyo estatal frente a problemas comunes: sanitarios, impositivos, normas exportadoras y transporte, entre otras. Trabajando en forma individual, estos problemas no se resuelven”.
Para terminar, el productor agropecuario hace hincapié en la mano de obra que se pierde por no crecer en esta industria: profesionales veterinarios, investigadores, laboratoristas, exportadores, herreros, domadores, peones, entre muchos otros. “Deberíamos tratar de cambiar esta situación y fomentar la cría aprovechando nuestras ventajas. Es necesario cambiar las disposiciones de uso para que la industria equina pase a ser una actividad relevante en el producto bruto rural”, concluyó.