Calidad y versatilidad de la alfalfa

Probada en los campos de Estados Unidos y la Argentina, una nueva variedad de alfalfa amplía la ventana de cosecha, es tolerante a glifosato y permite una mejor calidad de forraje

Calidad y versatilidad de la alfalfa
martes 07 de julio de 2020

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ras presentarse una última generación de alfalfa en la ciudad cordobesa de Villa María, ésta se convirtió en la meca de su producción. “Presentamos la primera alfalfa genéticamente modificada que se destaca por su calidad forrajera, por la reducción del contenido de lignina, un componente que está presente en la planta y que al momento de ser comida por el animal es casi indigestible. No sirve para hacer forraje porque tiene poca cantidad de materia seca y, además, es tolerante a la aplicación del glifosato en el momento de realizar el control de las malezas”, explicó el ingeniero Roberto Rossamigo, de Forage Genetic de Argentina.

Esta nueva variedad está presente en el mercado local desde hace dos años, caracterizada por contener en su construcción genética la combinación de dos eventos: la lignina y la tolerancia al Roundup, y se conoce como Alfalfa HarvXtra.

La lignina presente en la pared celular es el componente leñoso que aumenta a medida que la planta madura, le da robustez al tallo y evita su volcado, “un detalle no deseado que complica el momento del corte, ya que los tallos y las hojas se comienzan a descomponer, trabajan los patógenos y la planta pierde calidad”, amplió el técnico.

 

Ensayos

Las demostraciones a campo en la Argentina y los Estados Unidos permitieron comprobar que “la reducción del componente de lignina oscila entre el 9% y el 13 %, y permite un aumento de la digestibilidad del 9% al 11 %”, detalló.

Uno de los momentos críticos de la alfalfa es la implantación de las semillas. “El herbicida glifosato tiene una flexibilidad de aplicación valiosa. Se puede aplicar en la implantación a partir del momento en que la planta tiene 3 o 4 hojas trifolioladas, o en los diferentes momentos de su crecimiento a lo largo de su vida, y actúa con total selectividad”, detalló el investigador.

“La maleza compite con la alfalfa por los nutrientes, los espacios y si no se la controla, las pérdidas pueden ser totales, por eso si podemos utilizar el herbicida desde el arranque, lo que es muy importante para la vida del alfalfar, ya que a medida que avanzan los años, la pastura comienza a ser invadida por malezas como el gramón o el pasto ovillo controlables con glifosato. No obstante, alguna de las malezas puede ser atacada con otros herbicidas para no afectar a la alfalfa”, comentó.

“El tambero con un sistema de base pastoril utiliza la alfalfa en los primeros estados vegetativos cuando la planta llega al estado de pre-botón floral o botón floral temprano. Estamos comiendo la alfalfa entre fines de noviembre y febrero cada quince días, con una buena calidad de forraje, pero su oferta es menor a la que nos puede dar cuando se maneja como corresponde. Lo correcto es comerla cuando tiene las primeras flores, lo que significa esperar entre 28 y 30 días para el corte, que se expresa en un incremento de producción de forraje que alcanza al 25%”, explicó.

En la misma línea, agregó: “La ampliación de la ventana de cosecha da flexibilidad al productor porque ante situaciones especiales puede disponer de un 20% o más de forraje con la misma calidad. Esta nueva generación de alfalfa permite a los ganaderos mantener el cronograma de cosecha normal, similar al que viene haciendo con una alfalfa convencional, pero obteniendo mayor calidad, o retrasar la utilización entre 5 y 10 días para lograr mayor potencial de producción sin sacrificar la calidad”.

 

La cosecha

Rossamigo recomendó “no esperar hasta que el cultivo se convierta en un mar de flores”, ya que entonces no se va a lograr mucha producción. “Aunque la tecnología apunta a una mejor calidad de forraje, las enfermedades inciden en ella. La calidad del forraje respecto de la lignina se podrá comprobar con un análisis del cultivo con el foco puesto en la digestibilidad y las fibras de detergente neutro y las fibras de detergente ácido”, detalló.

El productor toma la decisión de implantar alfalfa con mucha anticipación. En ese sentido, Rossanigo consideró que es fundamental definir el lugar de siembra. “Con 20 millones de hectáreas de soja, es evidente que también vamos a ocupar un lote en el que la oleaginosa fue el cultivo antecesor. Desde el punto de vista del rastrojo no vamos a tener inconvenientes a la siembra, pero sabemos que puede haber enfermedades en el suelo; aunque no es muy común, me tocó ver pérdidas totales de alfalfas cultivadas sobre un lote de soja”, concluyó.

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