n los últimos años, la producción gastronómica de Tandil se vio potenciada con propuestas locales, tanto de carácter gourmet como artesanales. Esto convirtió a la ciudad en uno de los diez sitios turísticos más elegidos del país.
Situado a tan sólo 360 kilómetros de Buenos Aires, compartimos el circuito gastronómico serrano que ofrece Tandil.
Ambientado con mesas de hierro, un patio con parra, paredes de adobe y un aljibe, Época de Quesos ofrece un viaje en el tiempo a las casas de campo de nuestros abuelos. Tras veinte años de abandono, la familia Inza decidió reacondicionar el lugar preservando el estilo original del negocio.
En las estanterías del salón principal cuelgan chacinados gourmet y reposan más de cien variedades de quesos semiduros, naturales y condimentados, así como también dulces y alfajores elaborados en la fábrica familiar. Esta joya tandilense nos ofrece disfrutar de una exquisita fondue de queso con finas hierbas servidas en un delicado hornillo de loza, entre otros manjares.
Se trata de una de las cuatro fábricas familiares que elaboran el salame Dot, que cuenta con sello de Denominación de Origen. “Priorizamos la calidad; por eso, nuestros sesenta productos son de estacionamiento prolongado”, destaca Carlos Panighetti, dueño del establecimiento.
Los salames ibéricos, los tandileros –aromatizados con pimienta– y los Holstein –ahumados– son los más característicos de la salumería.
La carnicería se encuentra ubicada en una antigua casona en el centro de la ciudad de Tandil. Con recetas traídas de sus antepasados italianos y españoles, la familia Eschazarreta elabora desde 1992 sus productos de forma artesanal. La crianza de los animales, una rigurosa selección de carnes y los procesos de maduración otorgan a sus chacinados un sabor distintivo.
Es una marca pionera en la producción de queso orgánico. Santo Padre es la primer y única fábrica de quesos del país con certificación orgánica. Sus quesos aportan un valor diferente a la industria local: quesos gouda, parmesanos y provolone figuran tanto en cartas de hamburguesas gourmet de restaurantes como en tiendas naturistas y góndolas de supermercados.
Se trata de la marca de cervezas artesanales más antigua de la ciudad. El negocio lleva 17 años en el mercado artesanal y se convirtió en una parada obligada de los visitantes de Tandil.
Quarryman ofrece diez variedades de cerveza artesanal de su propia fábrica.
Entre las calles adoquinadas del casco antiguo de la ciudad se levanta el Bodegón del Fuerte. La taberna con fachada original está a cargo del chef Martín Salinas, encargado de preparar la especialidad de la casa: ojo de bife a la parrilla con salsa de hongos, acompañado con verduras al horno y servidas en una canasta de queso parmesano y puré de papas rústicas con espinaca.
Un cable de luces que se enciende con energía solar y mesas de madera dispuestas en un patio de tierra rodeado de cerros. Esta es la propuesta de El Refugio, un restaurante ubicado en el Valle Picapedrero, patrimonio histórico de Tandil. Los clásicos son las cervezas artesanales y los platos a fuego de leña.
Es la clásica parada dulce de cualquiera que visite Tandil. Cerro-Centinela cuenta con más de quince postres caseros con recetas únicas de la casa, inspiradas en la pastelería centroeuropea. Todas sus exquisitas elaboraciones llevan frutos y dulces de su propia cosecha.